lunes, 14 de febrero de 2011

Crítica UNOS CUANTOS PIQUETITOS

SOCIEDAD - DIARIO HOY

Y SIN EMBARGO TE QUIERO
Los cacereños que asistieron a la función tuvieron la oportunidad de contemplar un buen montaje
14.02.2011 - LUIGI GIULIANI
UNOS CUANTOS PIQUETITOS
Autor: Laila Ripoll
Compañía: InConstantes Teatro
Dirección: Emilio del Valle
Lugar: Gran Teatro Cáceres
 
La pasión dulzona de las letras de las coplas, la retórica empalagosa de los programas del corazón, de las revistas femeninas, de los manuales de buenas costumbres que impulsan modelos de sumisión: son éstos los cimientos sobre los que, en épocas no demasiado lejanas (y no completamente pasadas), se construía la vulgata sobre la relación hombre-mujer. Y son éstos también el fondo contra el cual Laila Ripoll en 'Unos cuantos piquetitos' traza su particular versión de unas 'escenas de un matrimonio' de pesadilla marcadas por la violencia de género, en que un simulacro inicial de concierto-conferencia sobre el cuplé deja el paso a la dramatización del asesinato de una mujer a mano de su marido. Se trata sin duda de un tema de trágica actualidad y de difícil manejo, en que se corre el riesgo de caer en los estereotipos y en los lugares comunes. Para evitarlo (pero sin conseguirlo del todo), la dramaturgia de Ripoll echa mano de un recurso relativamente manido y dispone la narración en sentido contrario a su desarrollo cronológico. Empezando por el final (el hombre en la comisaría tras cometer el delito) y yendo hacia atrás, pasando por el asesinato, el deterioro progresivo de la relación entre la pareja, hasta el momento inicial en que el futuro maltratador corteja a la futura víctima. De esta manera, el regreso 'ad ovo' permite investigar las causas profundas de la violencia, identificada no sólo en la sumisión inculcada en la mujer, sino también en la burda y pobre educación recibida por el hombre, criado en un discurso machista de dominio que se cifra en el torpe monólogo del protagonista presentándose con un ramo de rosas a una mujer con la que no sabe relacionarse..

El trabajo de dirección de Emilio del Valle (excelente en muchos aspectos, como diré enseguida) presenta aquí tal vez el único aspecto realmente criticable del montaje, al desplazar esa escena final al principio de la narración dramática, perdiéndose así unos matices que hubieran dado mayor profundidad psicológica al protagonista masculino. Por otra parte, es ésta la única peca de un montaje realizado con una fina concepción del movimiento escénico, y que consigue resolver con agilidad y hasta brillantez las dificultades de un texto a veces redundante en sus diálogos. En un escenario neutro, con una pantalla al fondo, un uso discreto de la iluminación y un attrezzo reducido a los mínimos términos, la acción se hace legible gracias a una sencilla e inteligente definición de los espacios. Dos sillas, una muñeca de trapo de grandes dimensiones, los pétalos de las rosas y la proyección de una rayuela que sirve para marcar el cambio de escena de 10 a 1, 'hacia atrás', es todo lo que necesitan Chema de Miguel y Carolina Solas para encarnar espléndidamente a los dos protagonistas. Así, el recitado magnetiza a los espectadores y acompaña el clímax de la obra en una tensión creciente, contando para ello con un discurso musical (la válida aportación pianística de Montse Muñoz y las canciones de Manuel Rey) siempre comedido y funcional al desarrollo de la acción.

En suma, los (pocos, demasiados pocos) cacereños que asistieron el sábado a la representación de 'Unos cuantos piquetitos' tuvieron la oportunidad de contemplar un buen montaje-con puntas de excelencia-, que saca casi siempre el mejor partido posible a un texto correcto -aunque no particularmente innovador- sobre un tema que a estas alturas puede saber a déja vu.



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