martes, 29 de junio de 2010

Crítica FUENTEOVEJUNA






SOCIEDAD

OTRO LOPE HA DE HABER

27.06.10 - 00:25
LUIGI GIULIANI

Fuenteovejuna es una obra ejemplar para entender cómo cada época lee y reinterpreta (legítimamente, lo aclaro desde ahora) los textos que hereda del pasado. Publicada en 1621 y rápidamente olvidada durante dos siglos (sólo volvió a editarse un par de veces en el s. XIX), su fortuna creció durante la Segunda República, cuando la comedia, que ensalza el vínculo positivo que une al monarca (los Reyes Católicos) con sus súbditos, empezó a ser leída como un alegato por la rebelión del pueblo contra sus opresores. Y desde entonces, manteniendo esa visión progresista del texto, los montajes de la obra han ido convirtiendo al pueblo andaluz de Fuenteovejuna en una metáfora más o menos transparente de distintas conyunturas políticas y sociales contemporáneas.

En esta línea ya tradicional se coloca el montaje de Mefisto Teatro, compañía que reúne lo más granado de la escena cubana, y que desde hace un año está de gira con el patrocinio del Ministerio de Cultura de Cuba. Lo novedoso del montaje dirigido por Liuba Cid, pues, no está tanto en su interpretación política (que de todas formas aquí se amplifica con la inserción de pasajes de obras de José Martí), sino en la contaminación de la trama (que en lo esencial no se altera) con las tradiciones de la santería cubana y, más en general, con la cultura popular de la isla caribeña. Así, el Comendador Fernán Gómez se presenta como emanación del terrible Changó, el dios del trueno, la guerra y la virilidad, mientras que un hechicera acompaña la acción practicando conjuros, profetizando el destino de los personajes y ejerciendo de coro con sus comentarios. Y hay que decir que -tras un cuadro inicial que hacía presagir un nada deseable tono panfletario-, el montaje se desarrolla sólida y felizmente, subrayando los contrastes entre los distintos episodios cómicos y dramáticos de la obra, aplicando ciertos recortes al texto de Lope (las escenas en que aparecen los Reyes) y retocando algo la versificación.

A pesar de la poca familiaridad del público local con el sincretismo religioso cubano (y de la lluvia con que el dios Changó intentó sabotear la representación en la plaza de San Jorge), la adaptación de Liuba Cid consiguió atrapar a los espectadores gracias a una notable claridad de ideas a la hora de estructurar los espacios y dirigir a los actores. En un escenario neutro en que se manipulan pocos objetos escenográficos, y al ritmo marcado por dos percusionistas, trece actores realizan un trabajo de conjunto muy destacado por ritmo, gestualidad y, sobre todo, recitado. Sus voces sorprenden por su fuerza y expresividad, por la precisión y musicalidad con que hacen intelegible cada verso, añadiéndole los matices dulces de su acento. Sus cuerpos evocan plásticamente la geografía 'exótica' en que se sitúa esta relectura intercultural de un texto canónico del teatro del Siglo de Oro.

Un Lope que sale refrescado de una operación de mestizaje que nos hace mirar con otros ojos nuestra herencia cultural de europeos.



Critica EL AVARO







SOCIEDAD
AVARICIA Y GENEROSIDAD

28.06.10 - 00:08 -
LUIGI GIULIANI
 
Hay personajes arquetípicos que cruzan los milenios y se reencarnan en los textos culturales (literarios, teatrales, cinematográficos) de cada época. Y la figura del avaricioso, como todos los arquetipos, es el reflejo de una característica del alma humana: el deseo de los bienes materiales (al fin y al cabo, lo que está en la base de la propiedad privada). En la tradición teatral la sátira de la tacañería arrancó hace veintidós siglos con la 'Aulularia' de Plauto, hasta llegar en el siglo XVII al 'Avaro' de Molière, comedia entre las más universalmente representadas del dramaturgo y actor francés.

El éxito perenne de la obra se debe sin duda a su acertada mezcla de motivos. En ella no sólo hallamos la crítica de la avaricia y del exceso de materialismo, sino también el conflicto entre padres e hijos, en una época -la Europa del Antiguo Régimen- en que empezaba a surgir el llamado 'individualismo afectivo' con que los jóvenes se oponían a que las familias decidieran por ellos sobre temas matrimoniales. Hay más: entrelazado en el conflicto, aflora el trauma de unos hijos necesitados de cariño ante un padre absolutamente dispótico y egoísta. Y también el tema eterno del viejo enamorado, del anciano que se resiste a su declive físico.

En el nudo de estos hilos temáticos se halla la inmensa figura de Harpagón, astuto y cruel en sus decisiones, infantil y caprichoso en sus deseos, mezquino y oportunista a la hora de interpretar las convenciones sociales.

El sábado en el Gran Teatro, Juan Luis Galiardo dio vida a Harpagón en un montaje dirigido por Jorge Lavelli, montaje ejemplar por sencillez y eficacia, fuerza y finura.

La escenografía, flexible y funcional, constituida por tres grandes módulos con seis puertas que dibujan ambientes interiores y exteriores sin determinar, ofrece con discreción un apoyo espacial para el trabajo de los actores. Así, las laberínticas entradas y salidas de los personajes reflejan las simetrías, las arritmias y los equívocos de la trama.

Lejos de buscar el naturalismo expresivo, la dirección de Lavelli apuesta por una deliciosa estilización de los gestos, subrayada por el efecto distanciador de las caras de los actores pintadas de blanco. El ritmo del diálogo -muy cuidado y sin desfallecimientos- se traduce en los geniales 'tempos' cómicos de las discusiones entre Harpagón y los demás personajes. El reparto de quince actores luce un abanico de registros que van desde la pasión juvenil de los hijos (Javier Lara e Irene Ruiz), al tono celestinesco de Frosina (Palmira Ferrer), al toque guiñolesco de Maese Yago y Flecha (Tomás Sáez y Manolo Caro). Y sobre todo brilla por su presencia escénica un arrasador Juan Luis Galiardo, que encarna al Avaro desplegando un amplio repertorio gestual y vocal: ruge, lloriquea, murmura, grita, es capaz de embelesar a los espectadores y de producir risas con un cambio de entonación de la voz, con una pausa repentina, con una mirada inesperada. Una gran trabajo actoral, generoso en su entrega, clásico en su ejecución, excelente en sus resultados.





viernes, 25 de junio de 2010

FUENTEOVEJUNA CUBA

EL PERIÓDICO EXTREMADURA
25/06/2010 I. BRAVO
PROGRAMACION DE LA XXI EDICION DEL TEATRO CLASICO DE CACERES PARA HOY



Liuba Cid: "En nuestro Fuenteovejuna danza y música son imprescindibles"


La directora de Mefisto Teatro ofrece su particular versión de la obra de Lope de Vega."Muy atractiva y disfrutable", según Vladimir Cruz, el comendador en la obra.








Isidro Timón, Maribel Rodríguez y Damián Beneyto, ayer junto a Liuba Cid, Vladimir Cruz y Claudia L


Foto:RUFINO VIVAS


La Compañía cubano española Mefisto Teatro trae hoy hasta Cáceres una "especial" versión de la inmortal obra de Lope de Vega, Fuenteovejuna. Una visión afrocubana, o caribeña si se prefiere, en la que según su directora, Liuba Cid, la danza y la música "son imprescindibles", se hacen inseparables de la representación dramática.


Así lo indicaba ayer en la presentación que de esta particular Fuenteovejuna hizo en Cáceres junto a dos de sus actores, Vladimir Cruz, que encarna al comendador en la representación, "un comendador que en nuestra versión es un dios de la santería"; y Claudia López, Laurencia en la obra. "Intentamos dar un mensaje particular y diferente de la obra de Lope de Vega", señaló Cid, para seguidamente tranquilizar a todos puntualizando: "Cambiamos el medio, pues en nuestra versión la música, el color y la forma de decir la obra son las principales apuestas, pero no el mensaje de Lope de Vega, que sigue siendo el mismo".


Es un espectáculo, añadió Vladimir Cruz, "muy atractivo y disfrutable por el público", pues no siempre, dijo, "se tiene ocasión de ver un Fuenteovejuna desde el punto de vista afrocubano".


Por ello animó a acudir a la representación, que se ofrecerá esta noche, a partir de las 23.00 horas, en la plaza de San Jorge.


ACTO PREVIO Les acompañaron en la presentación los directores del Centro de Artes Escénicas y de la Música, Damián Beneyto, y del Consorcio del Gran Teatro, Isidro Timón, quienes valoraron como "un privilegio" contar en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres con esta representación de la Compañía Mefisto Teatro.


La misma valoración hicieron del espectáculo de cantos barrocos que, bajo el título ´Un viaje musical por el teatro barroco´, ofrecerá también hoy, previo al anterior, el grupo vocal Son de Rosel, un quinteto integrado pro dos sopranos, una contralto, un tenor y un bajo. Será a las 20.30 horas, en el Palacio de Carvajal.


Junto a todos ellos estuvo en la presentación una de sus componentes, la contralto Marbel Rodríguez Ponce, que destacó "el importante papel que, sin duda, está jugando la música en este festival de teatro clásico".


En su caso, señaló, "hemos querido dar un aire teatral al concierto, que contiene un hilo conductor dramático, de forma que se entremezclan música y teatralidad". Para Maribel Rodríguez esto "es algo que a la gente creo que le va a encantar, que va a saber apreciar".


Con la colaboración de la famosa instrumentista Calia Alvarez, el concierto que Son del Rosel ofrecerá esta tarde servirá también para poner el broche final al curso de verano de la Uex ´Lecciones de Teatro Clásico´.

Crítica AUTO DE LOS REYES MAGOS

Diario HOY

CRÍTICA TEATRAL

LOS REYES NO EXISTEN


25.06.10 - 00:27 - LUIGI GIULIANI






Creo que para acercarnos al espectáculo 'Auto de los Reyes Magos' de Ana Zamora y la compañía Nao d'Amores, no debemos caer en la trampa de la filología, del discurso sobre el rescate de un supuesto 'teatro medieval castellano'. Porque, en primer lugar, el fragmento de 147 versos que nos han llegado del Auto no es 'teatro' en el sentido que le damos hoy a este término, sino un texto paralitúrgico que participa de lo que se ha dado en llamar la 'teatralidad difusa' de las ceremonias y de la vida medievales.

Tampoco el puñado de textos medievales con que Ana Zamora teje su montaje alrededor del Auto ('Los signos del Juicio Final' de Berceo, varios Himnos, etc.) son 'per se' textos dramáticos. Y, obviamente, carece de sentido plantear la cuestión de la 'fidelidad' de la ejecución del texto (en sus aspectos métricos o fonéticos), y de la interpretación actoral o musical, a la hora de juzgar este espectáculo posmoderno que se presenta inteligentemente (y engañosamente) como fruto de una operación arqueológica. Porque este pastiche del siglo XXI apuesta por un imaginario medieval filtrado por una estética naïve que aleja al espectador de la dramaticidad religiosa y lo introduce en el mundo maravilloso y lúdico de los cuentos de hadas, de la recuperación nostálgica de la infancia. He aquí, pues, la reelaboración visual de la iconografía sagrada, la relectura ingenua de las miniaturas de los manuscritos y de los capiteles románicos, la caracterización simpáticamente guiñolesca de unos bondadosos Reyes viajeros, de un Herodes infantil y malvado, de un Agnus Dei representado por un muñeco-corderito que retoza y husmea con curiosidad los regalos recibidos.

En este horizonte, la declamación con la fonética 'original' en castellano o en latín eclesiástico produce un maravilloso efecto extrañante, al igual que el acoplamiento rítmico del recitado a la música, las geometrías de las danzas, o la mágica simplicidad de un gesto capaz de hacer bajar, subir, oscilar un botafumeiro en el centro del escenario. Así, atrapándonos con el perfume a incienso y el sonido de la zanfona y de la chirimía, el montaje se desarrolla a través de una articulación en cuadros determinada por la yuxtaposición de los distintos textos, con hallazgos escénicos que dibujan varios lugares dramáticos dentro de un espacio vacío.

Son éstos los recursos de una dramaturgia que estira hasta el límite las posibilidades de los fragmentos textuales que utiliza, abundando en la línea de otro espectáculo de Ana Zamora, el 'Misterio del Cristo de los Gascones', que pasó por el Festival hace dos años. Y, tal como sucedió entonces, este 'Auto' puede provocar asombro, entretener a los sentidos, exhibirse a sí mismo como un juego estetizante de gran perfección, pero corre el riesgo de no decir mucho a los corazones. Es, en el fondo, lo corriente en esta época post-religiosa en que sabemos que los Reyes no existen, en que no hay estrellas que nos guíen y donde hasta el teatro puede ser un artilugio sumamente encantador y tremendamente inocuo

FUENTEOVEJUNA CARIBEÑA
DIARIO HOY / 25.06.10 - 00:21
MARÍA FERNÁNDEZ / CÁCERES.
SOCIEDAD


PROGRAMA DE HOY
Fuenteovejuna
Compañía: Mefisto Teatro.
Lugar y hora: San Jorge, 23 horas. Precio de la entrada: 15 euros.

Un viaje musical por el Barroco
Compañía: Son del Rosel.
Lugar y hora: Palacio de Carvajal, 20,30 horas. Entrada libre.

Morir antes de que el amor muera Compañía: La Torre Teatro.
Lugar y hora: Santa María, 21 horas. Entrada libre.



Fuenteovejuna «Disfruto interpretando al malo malísimo»



Vladimir Cruz protagoniza junto a Claudia López la versión caribeña de 'Fuenteovejuna'


«En el mundo no han acabado los conflictos que tienen que ver con Fuenteovejuna»

El comendador de la Orden de Calatrava, Fernán Gómez, volverá a morir asesinado por Fuenteovejuna como precio ante las atrocidades y abusos cometidos. El mensaje de la obra de Lope de Vega no cambia, aunque sí el medio de llegar hasta él. El actor cubano Vladimir Cruz, conocido por su papel en 'Fresa y chocolate', se mete en la piel del comendador de Fuenteovejuna en la versión más caribeña de la obra. La cita es esta noche en la plaza de San Jorge a partir de las 23 horas. Será un 'Fuenteovejuna' distinto, que compagina lo clásico con la danza y la música como hilo conductor del viaje y que introduce elementos afro-cubanos donde están presentes elementos de la tradición religiosa cubana. La actriz Claudia López coprotagoniza la historia interpretando a Laurencia, un trabajo que define como «privilegio», pero también como un «reto».

«Los clásicos infunden mucho respeto pero creo que hay que acercarse a ellos con frescura y desenfado y sobre todo, hacer siempre la versión de uno mismo», explicó ayer Vladimir Cruz. «Siempre es muy atractivo hacer una relectura de un clásico», apuntó. Es la primera ocasión en la que se mete en la piel de un personaje de Lope de Vega, aunque no la primera vez que interpreta un clásico. «Uno sabe que antes pasaron muchos actores así que he intentado buscar justo en la dirección contraria», dice. «Desgraciadamente, en el mundo no se han acabado los conflictos que tienen que ver con Fuenteovejuna», señala.

¿Malo malísimo o galán romántico? Pues Vladimir Cruz lo tiene claro. Casi todos sus papeles en el cine han tenido que ver con lo segundo, pero él se decanta del lado contrario. «Se supone que interpretar al malo malísimo es más fácil porque suelen ser personajes de un solo color, pero ahí está la gracia, en sacar más matices. Estoy en edad de interpretar a los malos y estoy disfrutando mucho con ello», comenta. Opina que teatro y cine se complementan muy bien y que uno funciona como medicina para curar los males del otro. No es la primera vez que pisa el Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Estuvo hace seis años, interpretando 'Sueño de una noche de verano' con Verónica Forqué. «Me impresionó mucho la ciudad y la belleza de la zona antigua. Es un lugar muy adecuado para representar teatro clásico. Los actores tenemos una motivación extra porque te sientes como en la época», dice.

Vladimir Cruz y Claudia López, que interpretan al Comendador y Laurencia, tras la presentación. :: L. C.